En psicología cognitiva, la memoria es la facultad de la mente cuya función es registrar, guardar y recordar información. Pero es falible, complaciente, frente a un ambiente inestable o loco, transforma los hechos para que los eventos se vuelvan asimilables por nuestra psique. Tomando el atroz ejemplo de los ataques en Paris en 2015, la locura de estos eventos está tan lejos de lo que nuestro cerebro puede asimilar, que bloquea o filtra imágenes y cierta información.
Cada persona es diferente, cada cerebro bloqueará esta o aquella información. Lo que es cierto para los hechos extremos, también es cierto para nuestra infancia o nuestra vida adulta. Nuestra memoria embellece, mantiene o pasa por alto en silencio, transforma o incluso suprime por completo ciertos eventos o emociones.
Existen varios tipos de recuerdos que localizan e interactúan en diferentes partes del cerebro: el hipocampo y la amígdala entre otros. En la memoria a largo plazo, hay declarativos (o explícitos, que se refiere al almacenamiento y recuperación de recuerdos que una persona puede hacer aparecer conscientemente, y luego relacionar este recuerdo a través del habla) y no declarativos (o implícitos, o procedimentales, que no son directamente accesibles a la conciencia). Estos son recuerdos relacionados con las asociaciones y el saber hacer.
Entonces venga:
• Memoria de movimiento: andar en bicicleta.
• La memoria de los hechos: Catalina de Médicis murió el 5 de enero de 1589 en Blois (Francia).
• Memoria episódica: Me rompí el brazo derecho a los 10 años, jugando con mi perro.
• Memoria sensorial
• Memoria de trabajo
• Memoria eidética (o fotográfica)